Hay, en mi corazón una inquietud, hoy te veo tan distante. Hay, algo que me aleja de tu amor, de repente tú cambiaste. Hoy, insegura estoy, el estar sin ti sé que me hará sufrir.
Anoche yo sentí que me besaste diferente y me quedé sin saber qué hacer, yo te conozco y sé que algo no anda bien ven, dime la verdad, no quiero imaginar... que llegó el beso del final.
No sé por qué ha cambiado tu actitud, ojalá que todo sea un error. No quiero comprobar que te perdi, ni que nuestro amor se acabe. Oigo una voz que se hunde en mí, que me vuelve a repetir lo que no quiero oír.
Anoche yo sentí que me besaste diferente y me quedé sin saber qué hacer, yo te conozco y sé que algo no anda bien ven, dime la verdad, no quiero imaginar... que llegó el beso del final.
Hoy insegura estoy el estar sin ti, sé que me hará sufrir.
Anoche yo sentí que me besaste diferente Y me quedé sin saber qué hacer, Yo te conozco y sé que algo no anda bien Ven, dime la verdad, no quiero imaginar...
Anoche yo sentí que me besaste diferente y me quedé sin saber qué hacer, yo te conozco y sé que algo no anda bien ven, dime la verdad no quiero imaginar que llevo el beso, que llevo el beso del final, que llevo el beso del final...
Anoche soñé contigo... pude sentir tus brazos en mi cuerpo, tu manos, tu piel, tu aliento en mi oído al decir te amo...
Anoche soñé contigo... pude sentirte mas cerca de mi que nunca, anhelo tanto ese momento que aún cuando me sorprende la mañana mi cuerpo te sigue sintiendo.
Anoche soñé contigo... es la única forma que tengo de estar a tu lado de besarte, de abrazarte, de perderme en tu voz que me embelesa.
Anoche soñé contigo... no quiero que termine la noche que te aparte de mi como cruelmente lo hace cada amanecer
Anoche soñé contigo... y no se como, pero de alguna forma mi alma llega hasta donde tu estás te toma de la mano y te lleva a un lugar al que solo tu y yo sabemos llegar, donde la distancia y el tiempo desaparecen donde solo tu y yo importamos...
anoche soñé contigo pude tocarte, sentir tu esencia, sentir tu alma con las yemas de mis dedos toqué tu voz, con un suspiro del alma toqué tu piel, con los oidos, abracé nuestros susurros que me erizan la piel y provocan a mis sentidos alcanzando un climax al compás de tus caricia
Sabes amor... espero pronto poder despertar en tus brazos y no decir mas... Anoche soñé contigo.
Si dos con el alma se amaron en vida y al fin se separan en vida los dos. ¿Sabéis que es tan grande la pena sentida que nada hay más triste que el último adiós?
En esa palabra que breve murmuran, en ese gemido que exhalan los dos, ni verse prometen, ni amarse se juran, que en esa palabra se dicen ¡adiós!
No hay queja más honda, suspiro más largo que aquella palabra que dicen los dos: el alma se entrega a horrible letargo; la vida se acaba diciéndose ¡adiós!
Al fin ha llegado la muerte en la vida, y al fin para entrambos morimos los dos; al fin ha llegado la hora cumplida, la hora más triste... el último ¡adiós!
Ya nunca en la vida, gentil compañero, ya nunca volvemos a vernos los dos; por eso es tan triste mi acento postrero, que nada hay más triste que el último ¡adiós!
Aunque me encuentre agusto, necesito tu tranquilidad... Aunque te encuentres agusto, estás contando los dias.
Pero, si quisiera silencio, susurraría. Y si quisiera soledad, me habría marchado. Y si quisiera que me rechazaras... habría participado en el juego.
Y si no te amara, tú lo sabrías.
¿Y por qué!... no puedes tan sólo abrazarme?
¿Y por qué tiene que ser tan duro?
¿ Es que... te gusta verme destrozada...?
¿Y por qué todavia me importa...?
Dices que ahora ves la luz, al final de este estrecho pasillo. Desearía que no me importara, y desearía no habertelo dado todo.
Si quisiera silencio, susurraría. Y si quisiera soledad, me habría marchado. Y si quisiera que me rechazaras, no habría participado.
Y si no te amara, Tú lo sabrías,
¿ Y por qué!... no puedes tan sólo abrazarme!??
¿ Y por qué... tiene que ser tan duro??
¿ Es que... te gusta verme destrozada...?
¿Y por qué todavia me importa...?
Pobre pequeña incomprendida. A nadie le gusta ver una cara triste... pero no puedo recordar mi vida sin él. Aunque creo que tuve buenos días, estoy segura que tuve buenos días...
Uno de los niños de una clase de educación infantil preguntó: Maestra… ¿qué es el amor? La maestra sintió que la criatura merecía una respuesta que estuviese a la altura de la pregunta inteligente que había formulado. Como ya estaban en la hora del recreo, pidió a sus alumnos que dieran una vuelta por el patio de la escuela y trajeran cosas que invitaran a amar o que despertaran en ellos ese sentimiento. Los pequeños salieron apresurados y, cuando volvieron, la maestra les dijo:
Quiero que cada uno muestre lo que ha encontrado. El primer alumno respondió:
Yo traje esta flor… ¿no es bonita? A continuación, otro alumno dijo:
- Yo traje este pichón de pajarito que encontré en un nido… ¿no es gracioso?
Y así los chicos, uno a uno, fueron mostrando a los demás lo que habían recogido en el patio.
Cuando terminaron, la maestra advirtió que una de las niñas no había traído nada y que había permanecido en silencio mientras sus compañeros hablaban. Se sentía avergonzada por no tener nada que enseñar.
La maestra se dirigió a ella:
Muy bien, ¿y tú?, ¿no has encontrado nada que puedas amar? La criatura, tímidamente, respondió:
- Lo siento, seño. Vi la flor y sentí su perfume, pensé en arrancarla pero preferí dejarla para que exhalase su aroma durante más tiempo. Vi también mariposas suaves, llenas de color, pero parecían tan felices que no intenté coger ninguna. Vi también al pichoncito en su nido, pero…, al subir al árbol, noté la mirada triste de su madre y preferí dejarlo allí…
Así que traigo conmigo el perfume de la flor, la libertad de las mariposas y la gratitud que observé en los ojos de la madre del pajarito. ¿Cómo puedo enseñaros lo que he traído?
La maestra le dio las gracias a la alumna y emocionada le dijo que había sido la única en advertir que lo que amamos no es un trofeo y que al amor lo llevamos en el corazón.
Tantas veces, recorriste tantas veces, mi cuerpo con tus manos. Tantas veces, recorriste tantas veces, mi cara con tus labios. Tantas horas, estuvimos tantas horas confundidos y abrazados que al llegar a mi casa me pasé...
Toda la noche oliendo a ti, mordiendo la almohada oliendo a ti, sintiendo tu boca recorrer mi cuerpo oliendo a ti. Dando mil vueltas me dormí, allí entre mis sueños te encontré y cuando de dia desperté seguía oliendo a ti.
Tantas veces, paseaste tantas veces tus labios por mi cuello, tantas veces, descansaste tantas veces recostandote en mi cuerpo, tantas horas nos pasaron tantas horas de besarnos sin aliento que al llegar a mi casa me pasé...
toda la noche oliendo a ti, mordiendo la almohada oliendo a ti, sintiendo tu boca recorrer mi cuerpo oliendo a ti. Dando mil vueltas me dormí, allí entre mis sueños te encontré, y cuando de dia desperté seguía oliendo a ti.
Toda la noche oliendo a ti, mordiendo la almohada oliendo a ti, sintiendo tu boca recorrer mi cuerpo oliendo a ti. Dando mil vueltas me dormí, allí entre mis sueños te encontré y cuando de dia desperté seguía oliendo a ti.
Toda la noche oliendo a ti, mordiendo la almohada oliendo a ti, sintiendo tu boca recorrer mi cuerpo oliendo a ti.......
De entre todas las hadas del bosque hay solo una que despierta con su gran virtud cada mañana, haciendo resonar sobre el viento la campana, despertando el claro sol naciente en tu laguna.
Tus cálidas alas del color verde aceituna, son las hojas que desvelan la brisa temprana, con su aleteo tejen hilos de porcelana, cobijando en tu volar la miel y la fortuna.
El aliento en tu cáliz es el ansiado sino, que busca el peregrino amante en la gran distancia, y aún perdido en tu bosque resuena su infancia, donde el hada de sus sueños le enseñó el camino.
Eres una bella ilusión de un cuento divino, la margarita clara, la lluvia y la fragancia, la más bonita alondra, cubierta de elegancia, una bella amapola que en la mente imagino.
Son tus manos sagradas las que envuelven la arcilla, y tus dedos van llenos, de un molde perfumado, las caricias que vierten, son el mar adorado, son más puras que el aire, llevan miel y semilla.
Si un nombre te pusiera, sería campanilla, pues tu voz es un mito, en el bosque encantado, y tu viento es la sangre, del río derramado, y tu amor es la calma, en la flor más sencilla.